Cosmogonía y legitimación dinástica y divina en los principales edificios de las ciudades mayas
En las fachadas zoomorfas integrales de El Hormiguero podemos admirar la representación de Itzamná como una serpiente estilizada, con fauces y colmillos enmarcando el acceso principal, sobre el cual vemos una nariz ancha y prominente flanqueada por los ojos globulados en espiral. A los costados de la cabeza se aprecian las orejeras formadas por tres elementos: el central con diseño geométrico cuadrangular, el superior con forma de hojas de maíz para simbolizar el maíz naciente y el crecimiento vegetal y, finalmente, el pendiente inferior con apariencia de hueso que lo asocia a la idea de muerte e inframundo.
Hay evidencia que indica que en las fachadas de los edificios principales había pintura, tanto con propósitos decorativos como con valor simbólico y cronológico; quizás, inclusive, ahí se narraba la información histórica y dinástica de la élite en vez de esculpirse en estelas, como sucedía en las ciudades del Petén como Calakmul, Uxul, La Muñeca y otras.
Se considera que la función de este tipo de edificios fue múltiple, es decir, por una parte se confería a las familias reales un vínculo directo con Itzamná, el dios creador de los antiguos mayas, y esto les permitía acceder al poder divino, para lo cual se realizaban rituales de iniciación al interior de los inmuebles, donde los sacerdotes gobernantes adquirían ese poder.
Las acciones institucionales que el INAH realiza en esta antigua ciudad precolombina nos han permitido detener el deterioro y devolverle su magnificencia arquitectónica a los inmuebles precolombinos que se encuentran abiertos a la visita pública. No obstante, aún queda mucho por hacer en el sitio, que conserva varios edificios en pie, testimonio físico que nuestros antepasados nos legaron a las generaciones presentes y futuras, para asegurar un compromiso de valoración cultural, disfrute y preservación.