Pieza
Procesión de jaguares y coyotes
Zona arqueológica de Teotihuacán
Estuco polícromo al fresco, en cuatro tonos de rojo



Procesión de jaguares y coyotes
INAH/Museo de Murales Teotihuacanos

La representación de dos figuras zoomorfas ocupa el tema principal plasmado en los muros en cada talud del pórtico. La escena se refiere a una procesión de coyotes y jaguares que caminan uno detrás del otro. En los murales 1 y 4 un jaguar reticulado va delante seguido de un coyote, orientados hacia afuera. En los murales 2 y 3 el coyote va seguido del jaguar y se dirigen hacia la puerta central. La silueta del coyote se representa con una angosta franja de un rojo claro, delimitada por dos delgadas líneas de un rojo intenso; su cuerpo se cubre con líneas cortas continuas de un rojo fuerte sobre un rojo tono mediano, con las que se imita la piel del animal. Los coyotes llevan en sus codos mechones de largos pelos peinados hacia atrás, y en el lomo, las patas y la cola muestran una franja de pequeñas plumas triangulares dirigidas también hacia atrás. Su amplio tocado se forma con una diadema de pequeñas plumas, rematada con otras más largas ordenadas como abanico que por detrás descansan sobre el lomo de los animales. Los jaguares tienen el cuerpo reticulado incluyendo las patas y la cola, la parte superior de esta, su lomo y el perfil posterior de sus patas llevan adornos similares a los de los coyotes; la diferencia entre ambos es la forma de su hocico, nariz y ojos, los belfos de coyote son alargados, estos animales muestran la nariz abultada y sus dientes son pequeños, en tanto que el hocico del jaguar es más corto, los colmillos más curvos y tiene una lengua bífida. Los ojos de los jaguares son circulares, rebordeados en su parte superior con pequeñas plumas para formar su ceja, en cambio los ojos del cánido van colocados diagonalmente, tienen la forma elíptica y con un reborde de pequeñas plumas en su mitad superior; a ambos animales les sale del hocico una vírgula que enrosca hacia arriba, cerca de este se muestra una figura trilobulada con tres gotas que representan, según varios autores, un corazón sangrante. Cada mural va enmarcado con una cenefa delimitada por delgadas líneas paralelas, se forma por dos bandas entrelazadas, una de ellas lleva a su vez un entrelazado o retícula como aparece en el cuerpo del jaguar, y la otra banda de entrelace presenta puntos y líneas cortas imitando la piel del coyote sobre la que van aplicadas pequeñas figuras triangulares en rojo intenso, una a continuación de la otra. Sobre el entrelace de las bandas van colocadas verticalmente, a intervalos regulares, varias patas desmembradas y reticuladas del jaguar, adornadas con plumas, su orientación es la misma que siguen las figuras completas. El friso termina en uno de sus extremos con la cabeza de un coyote, que porta su gran tocado similar al de la figura completa, pero esta vez con una diadema de pequeñas placas cuadrangulares. Se dibuja nuevamente cerca de su hocico el corazón sangrante. Al otro extremo, la cenefa termina con la cola del mismo animal, adornada igualmente con puntos y rayas cortas, con aplicaciones de las figuras triangulares y con un fleco similar al adorno de la colas de las figura completas.

Fuente, Beatriz de la, (coord.), 1995, La pintura mural prehispánica en México I. Teotihuacán, México, UNAM / IIE.

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