En Bonampak, antigua ciudad maya resguardada por la selva, se conservó casi intacto, a pesar de más de mil años de abandono, un magnífico edificio de 17 metros de largo por cuatro de ancho y poco más de cinco de altura. ¿Qué tiene de importante esta construcción? Su pintura mural. El llamado edificio o templo de las Pinturas está dividido en tres cuartos, cada uno con un acceso independiente, numerados del 1 al 3 de izquierda a derecha. La parte superior de cada acceso tiene una gruesa losa de piedra conocida como dintel, con dos personajes labrados: un importante guerrero capturando un prisionero en alguna batalla hacia el año 789 d.C., con excepción del acceso al cuarto del lado derecho o 3, cuya acción sucedió unos 50 años antes. En el dintel del cuarto 1 está retratado el último gobernante conocido de Bonampak, el señor Chan Muwan II; en el dintel del cuarto 2 está el gobernante de la poderosa ciudad de Yaxchilán, el señor Escudo Jaguar II, quien a su vez era cuñado de Chan Muwan II, y en el dintel del cuarto 3 se encuentra el que pudo ser el padre de Chan Muwan II. Chan Muwan II, que subió al poder en Bonampak en el año 776 d.C. y debió de gobernar hasta cerca del año 800, mandó construir el edificio de las Pinturas para decorarlo con una serie de eventos o historias de gran importancia para él y su ciudad.
No existe hasta hoy otra estructura prehispánica con murales tan grandes, bien conservados y ricos en información para el estudio de la antigua cultura maya. Por lo general, la selva se encarga de la paulatina destrucción de estos maravillosos vestigios de tiempos pasados, pues cuando los árboles crecen sobre los templos acaban por derrumbarlos y, si se conservan en pie, la delgada capa de cal con que se recubrían las paredes por dentro y fuera, es desprendida por las raicillas y la humedad, cayendo y deshaciéndose en el suelo. Por lo anterior, la conservación de los murales del edificio de las Pinturas de Bonampak es un hecho único.
Al exterior, la parte superior del edificio conserva tres nichos, dos a los extremos y uno central, en cuyo interior hay restos en estuco modelado de un personaje sentado. Muy probablemente, la escultura en cada nicho representa al gobernante al que hace referencia el dintel de la entrada, situado más abajo. Dentro del edificio, cada cuarto tiene una amplia y gruesa banca pegada a los tres muros internos. En cada cuarto, los murales ocupan paredes, bóvedas, techo y los costados de las bancas.
Los tres cuartos cuentan una historia que comienza en el cuarto 1, en el cual el gran Chan Muwan II aparece de pie junto con otros importantes hombres y su familia: esposa, madre e hijas. Chan Muwan II hace la presentación de un bebé, que aparece cargado por un ayudante, quizá su primer hijo varón, y que de acuerdo con las reglas de aquella cultura gobernaría Bonampak cuando Chan Muwan II muriera. En otra parte del cuarto se ve cómo varios ayudantes visten a Chan Muwan II y a otros dos personajes con ropas lujosas, joyas y con un enorme y largo penacho de largas plumas verdes, quizá de quetzal. Estos tres personajes encabezan después una especie de procesión, compuesta, entre otros, por músicos y personas con máscaras de seres mitológicos mayas, como el lagarto, animal asociado con la fertilidad de la tierra. Entre los instrumentos musicales ahí pintados se pueden distinguir maracas, trompetas hechas con la concha de grandes caracoles marinos, y caparazones de tortugas que servían de tambores. Esta procesión religiosa tenía como intención preparar a Chan Muwan II y su gente para pedir a los dioses suerte en una próxima guerra y poder ofrendar esa victoria a los dioses para que cuiden al sucesor.
El cuarto 2 narra la gran batalla que realizaron Chan Muwan II y su cuñado, el gobernante de Yaxchilán, contra los usurpadores del poder en Bonampak aliados con la ciudad de Sak´t´zi. Se capturan varios prisioneros, los cuales, en otra parte de la narración, son presentados ante Chan Muwan II en la gran pirámide de Bonampak, conocida como la Acrópolis, donde los torturan arrancándoles las uñas para después sacrificarlos.
La historia prosigue en el tercer cuarto, donde varios personajes con vistosos vestidos llevan a cabo una especie de bailable sobre los altos escalones de la Acrópolis, al frente del templo de las Pinturas; dos de los danzantes tiene sujetos de pies y manos a uno de los sacrificados y se ve cómo lo arrojan hacia arriba, hasta donde esta Chan Muwan II, que preside la ceremonia. De esta forma culmina el ritual para que los dioses favorezcan al futuro gobernante de Bonampak. Finalmente, Chan Muwan II, su familia y los mismos acompañantes que fueron retratados en el cuarto 1, se encuentran en un lugar tranquilo, quizá algún palacio, platicando sobre los sucesos ya narrados, ricamente vestidos con faldellines y taparrabos de bellas telas, y cubiertos con capas delgadas y transparentes. La escena culmina con la madre, esposas e hijas de Chan Muwan II sangrándose la lengua con espinas de la cola de mantarraya en honor a los dioses protectores de Bonampak.
Al parecer, el heredero de Chan Muwan II nunca logró gobernar Bonampak, algo sucedió en la ciudad antes de que eso ocurriera, quizá sequías prolongadas y severas impidieron las cosechas de maíz y otros alimentos necesarios para alimentar a los pobladores no sólo de Bonampak, sino de todas las ciudades y pueblos de la región, lo cual seguramente ocasionó guerras, la caída de los reyes de esa época y el abandono de sus ciudades. La selva lo cubrió todo y hubieron de transcurrir más de mil años para conocer esos magníficos murales y su historia.
Todo esto sucedió al final de la vida de esta ciudad, época en que Chan Muwan II destruyó o enterró todas las estelas o piedras labradas que se refirieran a anteriores gobernantes de la ciudad, con excepción del dintel 4, ubicado en el edificio 6, cuya talla muestra a Chan Muwan I, quien gobernó hacia el año 600 d.C., casi 200 años antes que Chan Muwan II.
Sin duda, Bonampak es un ejemplo único en Mesoamérica por sus elementos pictóricos, y es una gran responsabilidad para el Estado mexicano y la ciudadanía garantizar su conservación y su permanencia para las futuras generaciones.