En la Nueva España, los jesuitas fueron los principales difusores del culto al corazón de Jesús, que fue rápidamente compartido por otras órdenes religiosas. Aunque san Francisco de Asís no fue personalmente partícipe de esa devoción, en la Nueva España arraigó fuertemente este culto de la orden franciscana, tanto en la rama masculina como en la femenina. En esta alegoría, Francisco Vallejo plasma la devoción que los franciscanos profesaron y difundieron, al mostrar san Francisco de Asís y a san Antonio de Padua acompañados posiblemente por el cardenal Ugolino, nombrado posteriormente papa Honorio III. Ambos presentan a Jesús a las clarisas, rama femenina de los franciscanos, quienes ofrecen canastos con azucenas como símbolo de su voto de castidad.
Esta obra es pareja de la pintura con número de inventario 10-12718.