Pieza
Cristo en el jardín de las delicias
de Ibarra, José
Siglo XVIII
Óleo sobre tela


Alto: 112 cm
Ancho: 168 cm

Cristo en el jardín de las delicias
INAH-Museo Nacional del Virreinato

Durante la Contrarreforma surgieron nuevas oraciones creadas como un método para alcanzar la salvación. Los místicos, responsables de la creación de vías de oración y libros de meditación, escribieron además libros sobre “emblemas" a través de los cuales conducían al fiel en los niveles ascendentes de oración, ayudándolos con imágenes. Hugo Hermann, en su libro in titulado Pia Desideria toma las tres vías elaboradas por san Ignacio de Loyola para crear una serie de emblemas acompañados de imágenes y escritos alusivos que ayudaban a la meditación. El emblema tercero de la vida unitiva trata sobre la correspondencia entre el alma y Cristo, “...la escena transcurre en un jardín de amor, el tópico ya tradicional sobre el encuentro de los enamorados, mas este jardín es imagen del paraíso, y las ovejas que pacen entre azucenas son las almas de los bienaventurados”. (1)

En esta obra vemos a Cristo recostado entre flores, las cuales aluden a las virtudes alcanzadas a través de las vías purgativa, contemplativa, iluminativa y unitiva, en comunión con Cristo. Se observa un cordero, símbolo del alma humana, que se alimenta de sangre de las llagas del Salvador. En la parte superior las almas libres, representadas a través de mariposas y pájaros que ascienden al Cielo donde las esperan los ángeles para ofrecerles la corona y el centro del amor, simbolizados en los corazones que los forman.

(1) Santiago Sebastián López, Contrarreforma y barroco, p. 70.

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