Esta fiesta conmemora el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles, narrado así en los Hechos de los Apóstoles: "Al cumplirse, pues, los días de Pentecostés, estaban todos en un mismo lugar cuando de repente sobrevino del cielo un ruido como de viento impetuoso y llenó toda la casa donde estaban. Al mismo tiempo vieron aparecer unas como lenguas de fuego que se repartieron y se asentaron sobre cada uno de ellos: entonces fueron llenados todos del Espíritu Santo..." (Hechos de los Apóstoles II, 1-4).
La fiesta de Pentecostés para los judíos marcaba el fin de las cosechas y se ofrendaban a Dios los primeros panes. A raíz de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, la Iglesia celebra este acontecimiento como la confirmación de la fe de todos los cristianos.
En estos lienzos que originalmente estuvieron unidos, se observa al colegio apostólico rodeando a María, a quien tradicionalmente se ha incluido en estas representaciones. Sobre su cabeza se ve la palma del Espíritu Santo, en tanto que las lenguas de fuego se posan sobre cada uno de los apóstoles.