Joven perteneciente a una de las familias de alto estrato social en la Nueva España del siglo XVIII, cuya identidad puede reconocerse gracias al escudo nobiliario representado en la obra, ya que en la cartelera es ilegible. El personaje aparece sobre un fondo de cortinaje de cuerpo completo, de tres cuartos de perfil izquierdo, con la mirada hacia el espectador. Viste a la moda de influencia francesa, casaca café adornada con bordados en las orillas y en las amplias mangas, camisa con corbata blanca anudada al cuello y mangas con un discreto olán. Lleva zapatos cerrados de hebilla y tacón alto, así como peluca blanca, indispensable para presentarse en las ceremonias palaciegas de la época. En el dedo meñique de su mano derecha porta un anillo del que cuelga una alhaja con una piedra preciosa que destaca por sus importantes dimensiones. Con su mano izquierda sostiene un sombrero de tres picos. Al lado izquierdo superior se presenta su escudo nobiliario, de donde se deduce su pertenencia a la familia Alencastre Noroña, ya que este mismo escudo aparece en el retrato del virrey Fernando Alencastre Noroña, quien gobernó en la Nueva España de 1711 a 1716, (1) y coincide con el escudo de Agustín Alencastre Noroña registrado en documentos del Archivo General de la Nación. (2) Por último, a la derecha se encuentra una mesa que sostiene dos tinteros y plumas; debajo pueden observarse rastros de la cartela, en la cual seguramente se describían su biografía y cargos.
(1) Jesús Romero Flores, Iconografía colonial, p. 6.
(2) Catálogo de ilustraciones, p. 82.