En 1616 se estableció en la Nueva España el primer convento carmelita de nombre San José, que más tarde se conoció como Santa Teresa la Antigua. Estas religiosas seguían los estatutos de la orden carmelita fundada en Europa y reformada por santa Teresa de Ávila (1515-1582).
La pintura muestra a la monja carmelita sor María Petronila de Guadalupe visible hasta la cintura, sobre un fondo azul verdoso. Con su mano derecha sostiene una vela encendida y una palma, en cuyo centro aparece una pequeña imagen de la Virgen de Guadalupe; en su parte inferior se observa un moño rojo. Viste velo negro, y sobre su cabeza lleva una corona neoclásica dorada con flores blancas.