Cuadro de forma rectangular que presenta la imagen de la fundadora de la Compañía de María en la Nueva España. La religiosa lleva hábito, manto y velo negro con toca y rostrillos blancos; sostiene un libro con la mano derecha a la altura del pecho, y un rosario cuelga de su cintura.
Sor María Ignacia de Azlor y Echeverz tiene una línea de antepasados ilustres en la que figuran el conquistador de Nueva Vizcaya, don Francisco de Urdinola, los vizcondes de Zolina, los condes de Javier y los marqueses de San Miguel de Aguayo. A pesar de este antecedente, su proverbial sencillez y humanidad fue la norma de trabajo y de vida, tanto, que se autoproclamó "indiana, nacida, bautizada y criada en las Indias". Su vida y su fortuna las puso al servicio de la educación de la mujer, dándole un nuevo enfoque a la instrucción que recibía ésta en la Nueva España, donde su formación se restringía al aprendizaje de labores del hogar. El panorama que se presentaba a sor María Ignacia, era de atraso y resistencia a cualquier innovación en la instrucción de la mujer, por lo que debió vencer obstáculos de diversa índole para dar forma a su idea y llevarla a cabo. Varias y sustanciosas fueron las reformas que introdujo: educación para toda mujer que quisiera asistir a la escuela, sin distingo de clase social y fortuna; materias que le daban mayor preparación y cultura, exclusiva en ese entonces para el varón; gratuidad en la enseñanza, entre otras cosas.
María de Azlor y Echeverz donó su fortuna personal para el establecimiento de la Compañía de María en la Nueva España. Después de años de gestiones en España, logró fundar, junto con 12 religiosas europeas, los prestigiados colegios de la enseñanza.