El santo patrón de la Nueva España fue pintado en este óleo como el padre adoptivo amoroso. Lleva entre sus brazos al Niño Jesús elevándolo como en ofrenda a Dios Padre, quien aparece en el rompimiento de gloria. Un ángel sostiene una corona de rosas blancas sobre la cabeza del santo, en tanto que otro, a la izquierda del espectador, lleva la vara del almendro florecido que alude a la milagrosa elección de José para esposo de la Virgen María.
Cabe destacar la ambientación que dio el pintor a la obra, ya que situó a san José afuera de una caverna, en tanto que a su derecha se observa a los ángeles arreglando la cuna del divino Niño.