Juan Rodríguez Juárez recrea el momento de la adoración del Niño en la noche de su nacimiento, ya que según la narración de Santiago de la Vorágine en la leyenda dorada, Jesús fue adorado por todos los seres de la creación esa misma noche. (1) Iconográficamente, dentro de la composición de este cuadro, es importante la presencia de los ángeles y angelillos en el momento en que entra el pastor al recinto donde se encuentra el Niño, solución pictórica raramente utilizada; asimismo, apartándose del texto mencionado, en el cuadro no aparecen los animales que acompañan a la Sagrada Familia.
Esta píntura forma parte de una serie mariana de nueve cuadros, realizados por Juan Rodríguez Juárez para decorar los muros del claustro alto del Patio de los Naranjos, del Colegio Jesuita de Tepotzotlán.
1. Santiago de la Vorágine, La leyenda dorada, pp. 52-58.