Los obreros de la fábrica de hilados y tejidos de Río Blanco, Veracruz, trabajaban en condiciones insalubres durante largas jornadas (14 horas), y a cambio recibían un salario muy bajo. Peor situación era la de las mujeres y los niños, a quienes les pagaban aún menos por desempeñar el mismo trabajo.
A finales de 1906, los patrones hicieron un nuevo reglamento que obligaba a realizar más trabajo para obtener un salario menor. En respuesta, los obreros se declararon en huelga y pidieron que el presidente Porfirio Díaz decidiera quién tenía razón. El mandatario se inclinó a favor de los patrones y se desató entonces la violencia. Para reprimir a los obreros se llamó, a principios de 1907, al ejército federal. Se calcula que más de doscientos obreros murieron y otros cuatrocientos fueron encarcelados.