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Frases célebres que se volvieron reflejo del Porfiriato fueron la que proclamaba el "orden y progreso" o la que demandaba "poca política y mucha administración". Para evitar que cualquier movimiento social o político alterara la "paz porfiriana", se utilizaron métodos represivos, como ocurrió durante la rebelión de Tomóchic, en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, que fue suprimida con gran violencia. Los militares acuartelados en la sierra, acostumbraban abusar de los indios de muy diversas maneras, por lo que éstos se rebelaron contra sus opresores desobedeciendo todas sus demandas. Como respuesta, los militares difundieron la idea de que los indígenas pretendían levantarse en armas contra el gobierno dirigidos por la mística Teresa Urrea, también conocida como la Santa de Cabora.

El primer ataque contra los indios fue consumado por el ejército porfirista en diciembre de 1891, tras lo cual se produjeron varios combates en la región, por lo que el número de muertos se multiplicó. En octubre de 1892, más de mil soldados sitiaron el pueblo de Tomóchic. Después de varios días de lucha, vencieron a los indígenas. El trofeo de las tropas constó de 43 mujeres y 71 niños prisioneros. Este episodio represivo resulta ser más conocido que otros porque uno de los militares que participaron en el asedio, Heriberto Frías, dio a conocer los excesos que durante el mismo se cometieron mediante un relato que publicó por entregas en el periódico liberal El Demócrata, y que más tarde se agrupó con el título Tomóchic.

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