Después de tres años de lucha por la Independencia, Morelos consideró necesario organizar un gobierno formal que dirigiera las operaciones de guerra. Fue así como en 1813, después de haberse apoderado de Acapulco, convocó e instaló un Congreso en Chilpancingo, capital del actual estado de Guerrero. Ahí, improvisando como sede un humilde edificio, se declaró la Independencia respecto de España “para siempre jamás”.
Morelos dejó de ser un simple jefe que se imponía por la fuerza. El Congreso se convirtió en la autoridad máxima de los insurgentes y Morelos, según sus propias palabras, pasó a ser El Siervo de la Nación. El Congreso estaba integrado por diputados populares, que representaban a la población de las regiones controladas por los insurgentes, y se llegó a conocer como Congreso del Anáhuac; se trataba de una institución democrática. Entre septiembre y noviembre de 1813 se discutieron en Chilpancingo las cuestiones más importantes sobre cómo conformar el nuevo país y los derechos que tendrían los mexicanos. Después, Morelos se trasladó a diferentes lugares, debido a la persecución de los realistas, hasta que fue hecho prisionero en noviembre de 1815. Al mes siguiente, el Congreso se disolvió.