El primer ejército insurgente se integró con personas que trabajaban para el cura Hidalgo y con los presos de la cárcel de Dolores. A ellos se sumaron indígenas y rancheros mestizos que acudían a los servicios dominicales en el templo. Durante su avance por la región de El Bajío, al grupo rebelde se agregaron campesinos armados con machetes, azadas y picos. Igualmente se adhirieron mestizos y mulatos que trabajaban en los obrajes y en las minas. En Atotonilco, Hidalgo tomó un estandarte de la Virgen de Guadalupe que se convirtió en la enseña del movimiento. Allende se mandó hacer una bandera donde figuraba la misma imagen.
Allende y Aldama estuvieron al mando de los militares de carrera, la única facción disciplinada del movimiento. Muy pronto, los saqueos y el pillaje del grupo rebelde resultaron incontrolables para Hidalgo y sus capitanes. Eran muchos los rencores y la miseria que la opresión de tres siglos de dominación española había generado.