Es el llamado así porque la acciones ahí representadas sugieren que los personajes sentados y de pie, ofrecen distintos dones de la tierra a dos grandes imágenes que se han interpretado como deidades, como braceros con flamas y también como construcciones en cuyo interior hay un sahumerio con flamas; los ofrendantes llevan palomas, maíz y otros objetos, entonando oraciones o canciones según se aprecia por las vírgulas del lenguaje que salen de su boca; la escena se lleva a cabo sobre dos corrientes de agua con semillas y conchas en su interior.
Fuente, Beatriz de la (coord.), 1995, La pintura mural prehispánica en México I. Teotihuacán, México, UNAM / IIE.