Escultura de cerámica recuperada en 1990, gracias a un rescate arqueológico realizado por personal del Museo del Templo Mayor en San Mateo Tezoquipan, Municipio de Chalco. Se encuentra claramente asociada y su estilo permite, por un lado, fecharla hacia el año 700 y, por el otro, relacionarla con la tradición zapoteca de Oaxaca, lo que se explica en virtud de las intensas relaciones comerciales que existían entre esa región y la cuenca de México, por lo menos desde el periodo Clásico (200-800).
En la religión mesoamericana, los murciélagos se asociaban con el Inframundo. Al mismo tiempo, se les relacionaba con el sacrificio por extracción del corazón y con la decapitación, tal y como lo demuestra el dios murciélago en el Códice Fejérváry-Mayer, documento de origen prehispánico. Tanto la extracción del corazón como la decapitación se encontraban presentes en la fiesta dedicada por los mexicas al Dios Xipe Tótec, la cual implicaba el sacrificio de cautivos enemigos capturados en batalla. Sin embargo, el rito más característico de esa festividad era el desollamiento de los cuerpos de las víctimas, razón por la cual el dios se representaba invariablemente ataviado con una piel humana. Dicha acción, tal vez, se relacionaba simbólicamente con el deshoje del maíz maduro previo a la siembra y con el brote de nuevas hojas en las mazorcas por nacer.