La fuente en que se inspira Miguel Cabrera para la realización de este lienzo se encuentra consignada someramente en el Nuevo Testamento; no así en los estudios de la vida de Jesucristo en los que se narra: “De la misma suerte que el pan, cogió Jesús un cáliz de vino puro, y levantando los ojos al cielo, dio gracias a su padre, lo bendijo, y consagró diciendo: Esta es mi sangre con que celebro el Nuevo Testamento, la cual por vosotros y por muchos se derramará para que les sean perdonados sus delitos, bebed , pues de ella todos, y haced esto mismo en memoria mía, bebió luego Jesús su misma sangre en que con la omnipotencia de su palabra había transformado el vino y repartió de ella a sus Apóstoles haciendo, que todos bebieran de aquel cáliz para que sus discípulos y en ellos sus fieles, tuviesen en las venas de su Espíritu una misma sangre con El. Y esta es la cena eucarística propia del Nuevo Testamento, y ley de gracia donde los cristianos comemos la carne virgen de un Dios sacramentado en accidentes de pan, y bebemos su sangre disfrazada en especies de vino: Y con esta divina carne y sangre a todo Dios trino y uno”. (1)

Cabrera mantuvo el mismo esquema compositivo de los demás lienzos de esta serie: aparecen los apóstoles alrededor de la mesa, al centro Cristo elevando el cáliz e iluminado por la lámpara que se observa a través de los ricos cortinajes. Es poco común que además de los apóstoles y Cristo aparezcan otros personajes, pero aquí, el pintor puso de rodillas y con la vista hacia el piso, al criado que lleva la garrafa.

Obra consignada por Pablo C. de Gante. (2)

Aunque no presenta firma, forma parte de la serie que decora la sacristía del ex colegio jesuita de Tepotzotlán.

(1) Fernando de Valverde, Vida de Jesucristo..., p. 280

(2) Pablo C. de Gante, Tepotzotlán su historia y sus tesoros artísticos.