Esta curaduría la integran objetos que van desde la segunda mitad del siglo XVI hasta los primeros años del XX. Son piezas que constituyen un testimonio invaluable de estilos de vida, costumbres y situación económica de ciertos grupos sociales en esos cuatro siglos de historia. Sobresalen las que por su diseño, material, decorado, mecanismo o pertenencia nos hablan de una época determinada, de modificaciones en la tecnología bélica, de su manufactura o decorado, o por haber sido empleadas en algún momento histórico memorable.
Muchos de estos objetos fueron de uso común y cotidiano: chapas, tijeras, eslabones, despabiladeras, estribos, relojes, sellos, frenos, sillas de montar y cilicios. Entre las armas hallamos sables, espadas, cuchillos, puntas de lanza, alabardas, fusiles, cañones, pistolas y armaduras. En este último rubro, una cantidad representativa de las armas que resguarda el museo se encuentra estrechamente ligada a la historia política y militar del país; por ejemplo, los sables que pertenecieron a José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide; las pistolas de Manuel Gómez Pedraza y Mariano Escobedo, o las espadas de Anastasio Bustamante, Antonio López de Santa Anna y Alexandre Cazarin (oficial del ejército francés que invadió el territorio nacional en 1862).
Esta curaduría también conserva la espada de rendición del emperador Maximiliano y otras que pertenecieron a algunos protagonistas de la revolución armada de 1910, como Francisco I. Madero, Francisco Villa y Francisco Murguía.