La fundación de Actopan data del año 1546, cuando un grupo de frailes de la orden agustina se estableció en la región denominada Valle del Mezquital, en el actual estado de Hidalgo. La construcción del convento se realizó bajo la dirección de fray Andrés de Mata, siendo provincial de la orden fray Alonso de la Vera Cruz en 1550. El conjunto representa uno de los conventos agustinos de mayores dimensiones que aún se preserva como testigo de la labor evangelizadora que los mendicantes promovieron entre los pueblos otomíes de la región.
En la edificación se utilizaron materiales locales provenientes del Valle de Actopan, como piedra, arena y madera, para levantar muros de mampostería con argamasa. El exterior tiene un estilo sobrio con una torre monumental rematada por almenas flanqueando la portada principal. La elegante fachada evoca el estilo renacentista en su diseño de piedra labrada con friso, columnas estriadas, medallones y casetones.
Sin duda, uno de los mayores atractivos del conjunto monumental es la capilla abierta, cuya bóveda de cañón se eleva a 17 metros de altura, y está decorada al interior con pintura mural de marcado sincretismo religioso con escenas del Génesis y el Juicio Final. Las llamativas representaciones que se pueden observar son testimonio de los mensajes religiosos que sirvieron a los frailes como instrumento visual para la evangelización de los naturales en este convento. Los espacios al interior del convento, como el refectorio, sala de profundis, las celdas y el claustro, entre otros, dan cuenta de la vida monástica que se desarrolló en este sitio histórico, y también resguardan diversas pinturas murales con escenas pictóricas de gran calidad artística.
El cubo de la escalera principal constituye un espacio de valor incalculable, no sólo por su techumbre con bóveda de crucería, sino también por la impresionante propuesta pictórica que fue elaborada en sus muros con la técnica monocromática de grisalla y en donde se muestran escenas de la evangelización, además de personajes vinculados con la orden agustina desde sus orígenes hasta el momento de la construcción del convento. Estas valiosas pinturas, así como las que se ubican en la sala De Profundis lo convierten en un espacio único entre los conventos agustinos del Nuevo Mundo.
El museo de arte religioso se encuentra en la parte superior del ex convento, donde podemos observar esculturas y pinturas de caballete de los siglos XVI al XIX, que representan diversos santos, ángeles, escenas bíblicas y advocaciones de la Virgen María. Se trata de finas imágenes elaboradas con técnicas como estofado en madera, pasta de caña de maíz y óleo sobre tela que constituyen un acervo de gran relevancia para el patrimonio cultural de nuestro país.
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