Palanganas, aguamaniles, bacinicas y otros objetos para el aseo personal se colocaban en la recámara, pues no existía un “cuarto de baño” como tal. Eran comunes los crucifijos sobre la cama y, según las devociones del ocupante, las pinturas de santos. Los baúles se usaban, desde el siglo XVII, para guardar ropa de cama y otros artículos personales (los roperos llegarían hasta el siglo siguiente). Por lo demás, los colchones para el descanso se rellenaban con lana y se extendían sobra una tarima.
Aquí se recrea una recámara de la época, como pudo haber sido la de Miguel Hidalgo y Costilla, aunque esta no sea su ubicación original.