De acuerdo con la mitología, este dios se transformó en tlacuache e ingresó al Inframundo para robarle el fuego al dios de la muerte y entregarlo a los hombres. Durante la excavación del gran complejo ritual localizado al pie del templo de Ehécatl- Quetzalcóatl, esta representación fue hallada dentro de un canasto con textiles, formando parte de los atavíos de una niña, conjuntamente con las figurillas de Quetzalcóatl y Chimalma. El conjunto formaba el itlápial (el tesoro) de la niña sacrificada.