En breves minutos, nuestros invitados y familiares conocerán la elegante instalación museográfica que alberga alrededor de 135 piezas seleccionadas con criterios académicos con base en un guion científico que tiene como objetivo el ir construyendo la historia prehispánica del Laja Medio. Estos textos se fueron enriqueciendo con la colaboración de un equipo interdisciplinario, que logró traducir nuestras propuestas científicas y contar una historia arqueológica regional a través de la selección de piezas representativas de cada episodio de esta larga línea de tiempo y comunicarlo a través de textos sencillos, fáciles y elegantes.
Varios retos anteceden a esta iniciativa:la primera fue rastrear los lugares donde se encontraba la colección Miguel Malo Zozaya, casi cincuenta años después. La segunda proponer un proyecto de investigación a las instancias colegiadas del INAH y una vez aprobado, comenzar los trámites para mover la parte más numerosa de la colección y resguardarla en el repositorio, que también se tuvo que adecuar y acondicionar y ahora es un laboratorio de investigación y conservación que busca seguir impulsando los estudios regionales vinculados al río Laja y a la Mesoamérica Septentrional.
Cada proceso requirió muchas horas de trabajo, virtual y presencial, muchas mesas de trabajo con temáticas distintas. Todos fuimos aprendiendo la importancia del trabajo en equipo: investigadores, museógrafos, diseñadores, arquitecta, editora, fotógrafo, dibujante, comunicóloga, y nos aliamos en busca de un mismo objetivo: dotar a la colección Miguel Malo Zozaya de un contexto arqueológico, de una cronología de referencia.
La recién inaugurada sala permanente de Arqueología Regional Izcuinapan es un primer paso en este vasto escenario de futuros estudios e investigaciones que hemos emprendido de la Colección Miguel Malo Zozaya y ha sido posible por el impulso financiero de algunas familias sanmiguelenses y la colaboración de Amigos del Museo, que se suma a la actual política institucional de estrechar lazos y fortalecer la presencia de asociaciones civiles en pro del patrimonio.
Los ejes temáticos y cronológicos que acompañan la visita del espectador abarcan un rango temporal que va del 600 antes de nuestra era hasta el abandono de estas tierras alrededor de 1050 de nuestra era. En estos mil quinientos años la historia la subdividimos en fases: Chupícuaro, MixtIán-Morales, San Miguel y Tierra Blanca, las cuales representan el progresivo desarrollo cultural y las innovaciones tecnológicas que fueron inventando los moradores de estas tierras. El comercio de larga distancia, la creación de dioses de barro, las alianzas políticas y matrimoniales, la simbología y la iconografía, la adaptación de tierras para el cultivo se van entretejiendo con la exhibición de objetos de concha, turquesa, espejos de pirita y numerosos diseños geométricos plasmados en el barro cocido.
La propuesta museográfica innovadora, con materiales pétreos que contrastan con los tonos rojos, bayos y café de la cerámica; los diseños y colores elegidos para embellecer las cédulas; y el novedoso trabajo de diseño gráfico —sin duda alguna— enriquecen esta notable colección arqueológica que en breve conoceremos.
Pasos certeros son los que hemos dado para la unificación de la Colección Miguel Malo Zozaya, que viene a colocar piezas a este rompecabezas arqueológico de la provincia del Laja Medio. La suma de voluntades institucionales y privadas son el marco desde donde pudimos trabajar en este gran proyecto.
Esta iniciativa tiene que cumplir aún varios compromisos adquiridos y que son terminar de agrupar los otros lotes de la colección que se encuentran en Cañada de la Virgen y en Teotihuacan; proseguir con la selección de piezas de acuerdo con un marco temporal; seguir dotando de números de inventario a todos los lotes que a mediano y largo plazo se exhibirán; también inscribir en el sistema nacional de folios muchas piezas que aún no se registran; escribir el catálogo de la colección y a futuro publicar; investigar a profundidad temas específicos como la cerámica cloisonné, las pipas, los incensarios, sahumadores, espejos de pirita y muchas otras temáticas simbólicas e iconográficas.
En ese sentido, es que el Proyecto Izcuinapan requiere para los siguientes años de apoyos financieros que sumen. Los recursos institucionales serán fundamentales para concertar con otras instancias las aportaciones monetarias que den curso a las propuestas académicas. Además, estaremos concursando fondos en todas las convocatorias a nuestro alcance y generando estrategias para posibles donaciones.
Estoy convencida de que la suma de esfuerzos y voluntades impulsará este proyecto, a mis colegas les dará un sustento y para muchos otros significa que tendremos temas de investigación para tesis de licenciatura y de grado. Y en ese orden propondremos temáticas académicas e invitaremos en coloquios a otros especialistas y para el público en general seguiremos impulsando cursos de capacitación, conferencias y visitas educativas para consolidar su amor por nuestros venerables ancestros.