Al pensar en la arquitectura Puuc, inevitablemente evocamos los elaborados mosaicos de piedra que los mayas usaron para decorar las fachadas de sus edificios. Sin embargo, una de las principales características de esta arquitectura fue el uso de morteros de cal, que permitieron construir recintos abovedados más anchos, así como edificios con múltiples cuartos, varios de ellos de dos y hasta tres niveles. Uno de los mejores ejemplos es el Palacio Norte de Sayil, el cual atrapa al espectador por las hermosas líneas de su fachada, cuyas columnas han ocasionado que lo comparen con estructuras de antiguas civilizaciones occidentales.

No obstante, una observación más detallada de los edificios de este sitio nos permite inferir que la mano de obra local dejaba mucho que desear. No vemos la delicadeza en los tallados de ciudades vecinas como Uxmal, Kabah o incluso Xlapak. Además, la calidad de la piedra de los alrededores tampoco contribuyó mayormente a tal refinamiento. Las colinas cercanas estaban rodeadas de yacimientos ricos en óxido ferroso, el cual se mezcló de manera natural con la piedra caliza, provocando una rápida degradación del material pétreo.

Lo anterior fue grandemente compensado con la planeación de la ciudad y el diseño de las estructuras. Los arquitectos de Sayil buscaban dar a sus construcciones un equilibrio formal. Esto se observa de manera fehaciente en el segundo nivel del Palacio Norte, un enorme edificio de 97 cuartos que se percibe como una unidad, pese a que se levantó en distintos periodos. La unión de los distintos momentos de edificación quedó oculta gracias a la escalinata principal, que se convierte en el eje central y subraya la simetría lograda en la fachada del segundo nivel a través del uso repetido de pórticos columnados, accesos simulados y frisos de columnillas y mascarones de personajes descendentes, flanqueados por saurios.