Un encuentro inusual con el pasado y la naturaleza
El atractivo peculiar de la zona arqueológica de Yaxchilán es la coexistencia de los patrimonios culturales y naturales, es decir, los edificios prehispánicos y las selvas tropicales. Desde luego, este tipo de coexistencia se aprecia prácticamente en todas las zonas arqueológicas de la cultura maya, como Calakumul y Palenque, entre otras. Sin embargo, la ausencia de carretera, estacionamiento, autobuses repletos de turistas y vendedores, además de su localización —su único acceso es por vía lacustre en una lancha con motor—, proporciona una sensación especial a los visitantes que arriban a Yaxchilán y, antes de desembarcar, ven un montículo de piedra en la playa del río, montículo que conserva su forma original a pesar de haber soportado las fuertes corrientes del río Usumacinta durante más de 12 siglos.
Luego, cuando caminan por la vereda y atraviesan la oscuridad de los pasillos del Edificio 19 o El Laberinto, quedan impactados por la Gran Plaza, donde se encuentran los templos, el juego de pelota, palacio, altares y estelas, todos enmarcados por el verde de los árboles, incluyendo una gran ceiba, el árbol sagrada de los mayas. Al llegar al centro de la Gran Plaza, al lado derecho se ve una gran escalinata que conduce a la Gran Acrópolis, donde se erige la construcción emblemática de Yaxchilán: el Edificio 33 con su crestería monumental.
Todos los dinteles, escaleras, jeroglíficos y la escultura sedente en el interior de la crujía del Edificio 33 son monumentos a Pájaro Jaguar el Grande, ganador de la lucha de poder con la dinastía jaguar de Yaxchilán ocurrida después de la muerte de Escudo Jaguar, su padre, en el año 742 d.C. Como Pájaro Jaguar el Grande no era hijo de la esposa legítima del padre, tuvo que pasar su niñez y juventud bajo de sombra de un sector antagónico de dicha dinastía, hasta aniquilar a su rival político y lograr su entronización en el año 752 d.C. Por eso, la gran mayoría de los monumentos a Pájaro Jaguar el Grande narran su legitimidad y el amor a su madre, representada en la estela 35, donde se conserva todavía el carbón original del incienso que se quemó hace más de 13 siglos en el Edificio 21. Al subir a la Acrópolis Oeste, los dinteles del Edificio 44 conmemoran las victorias militares de Escudo Jaguar, y en la entrada central del Edificio 42 está representado Pájaro Jaguar con su lugarteniente.
Los visitantes sentirán que están inmersos en la ciudad maya de unos guerreros que lucharon por su poder, honor y familia hace más de mil años. Y si guardan un momento de silencio, podrán escuchar los sonidos de la selva tropical... además de las voces de los niños que juegan, las conversaciones de los novios, una discusión en la corte, los gritos de la guerra y, al final, el mensaje de los antiguos mayas para nosotros: las causas del colapso maya son esencialmente los mismos problemas que enfrentamos ahora, como la destrucción ecológica y la guerra, entre otros. No debemos repetir el mismo error de los antiguos mayas, nosotros somos ellos o, ellos, nosotros.