Tradicionalmente, el término palacio se utiliza de manera general para describir un edificio que tiene muchos cuartos. Sin embargo, en la región del Puuc este concepto adquiere otra significación, ya que no sólo están compuestos por varios cuartos, también cuentan con patios, terrazas y plazas. De manera especial hay que destacar las áreas de circulación como los pasillos, algunos con techo, y las escalinatas, que permitieron o dificultaron el acceso a los diferentes lugares dentro del conjunto. Los palacios son complejos arquitectónicos en donde se efectuaban varias funciones relacionadas con el ejercicio del poder político y la organización de la ciudad, pero también se hacían actividades más mundanas, como preparar alimentos, comer y dormir.
A través de la arquitectura podemos conocer la historia de los pueblos. En el caso de los mayas, la arquitectura era dinámica y, constantemente, era modificada para adecuarse a las necesidades de la sociedad, los deseos de un nuevo gobernante e incluso a nuevos patrones de diseño impuestos por personas ajenas a los poderes políticos locales.
En el caso del Palacio de Labná, sabemos que su forma final es el resultado de dos periodos importantes, los cuales están asociados a dos “Salones del Trono”, lo que permite suponer que fueron ordenados por dos gobernantes. La persistencia en los patrones de diseño y la manera en que fueron construidos nos dicen que hubo una continuidad en el poder político y que, muy probablemente, fueron ordenados por miembros del mismo linaje.
El Palacio de Labná tiene más de 50 cuartos distribuidos en cinco patios, tres en el nivel inferior y dos en el superior. Cuenta también con dos plazas, localizadas en la parte superior, las cuales se encuentran unidas por un pequeño puente. Este complejo arquitectónico fue construido a lo largo de por lo menos 250 años, durante el Clásico Tardío/Terminal (750-1000).
Cada una de las distintas áreas que integran el Palacio tuvo una función principal; indudablemente el Patio Central, con sus elaborados edificios, fue el foco de la actividad política y ritual, ya que ahí se encuentran los dos “Salones del Trono”. El Patio Oeste estuvo dedicado a la preparación de alimentos para la realeza, los Patios del Nivel superior, con accesos muy restringidos y ubicación discreta, fueron las áreas residenciales.
El Palacio nunca acabó de construirse. En algún momento, y de manera precipitada, sus habitantes se vieron obligados a abandonar el sitio, no sin antes realizar complejas ceremonias que dejaron su huella en la destrucción ritual de los accesos principales a los edificios.