El Templo Mayor, consagrado a Tláloc y a Huitzilopochtli, remite al origen mismo de Tenochtitlan. De acuerdo con las tradiciones los mexicas, tras vislumbrar la señal prodigiosa con la que su dios Huitzilopochtli les indicó el lugar donde debían asentarse, hicieron una pequeña y modesta ermita para marcar y sacralizar el lugar.
Con el tiempo, se convertiría en el edificio más importante de la ciudad y en símbolo del poder tenochca.
La ubicación del Templo Mayor constituía un ombligo simbólico y un punto de confluencia en el día a día de quienes habitaban la gran urbe. Lo era a tal grado que se encuentra en la intersección virtual de las dos principales calzadas que unían el islote con la tierra firme: la de Iztapalapa (hoy calles Pino Suárez y San Antonio Abad) hacia el sur y la de Tlacopan (hoy calles Guatemala y Tacuba) hacia el poniente; este hecho sirvió a estudiosos como Alfredo Chavero, Alfred Maudslay y Manuel Gamio para inferir su verdadera ubicación, siendo este último quien descubrió sus primeros vestigios en mayo de 1914.
Por otra parte, el Templo Mayor presidía el recinto sagrado de Tenochtitlan, verdadero corazón de la entidad donde la población se reunía para celebrar las fiestas rituales del calendario religioso, en las cuales se conmemoraban, sobre todo, los acontecimientos ocurridos en el tiempo mítico y que daban razón de ser a todo lo existente: la Tierra, el Sol, la Luna, el hombre y el maíz, entre otras cosas. El portentoso nacimiento de Huitzilopochtli en el cerro de Coatepec, por ejemplo, se conmemoraba en la veintena panquetzaliztli, y por ello el monolito circular que representa a su hermana Coyolxauhqui se encontraba al pie de la escalinata sur del edificio, pues según el mito ella sucumbió al enfrentarse con él apenas brotado del vientre de Coatlicue.
Algunos edificios que lo circundan, como los dos templos rojos dedicados al dios Xochipilli, el altar tzompantli y la llamada Casa de las Águilas, donde se realizaban importantes ceremonias del proceso de entronización de cada nuevo gobernante mexica o huei tlatoani, nos sitúan en el contexto del recinto sagrado y refuerzan el carácter dominante y central del Templo Mayor.
Imprescindible visitar y conservar este antiguo espacio ritual, puesto que nos remite a nuestro origen y razón de ser.