En la zona arqueológica de Los Melones se resguardan varias esculturas, entre las que sobresalen dos anillos del juego de pelota. Vale la pena detenernos a analizar el papel de este último en la cultura mesoamericana. En la costa del Golfo existen evidencias de pelotas de hule, fechadas hacia el 1600 a.C., mientras que en Chiapas se encontraron restos arquitectónicos fechados hacia 1400 y 1250 a.C.
Las evidencias arqueológicas y etnográficas se distribuyen por toda Mesoamérica con sus diversas modalidades. Las canchas para el juego tenían diferentes formas, como se advierte en algunas representaciones en pintura mural (por ejemplo, las de Tepantitla, Teotihuacán), así como en códices. Entre éstos destacan el Selden, el Nuttall y, sobre todo, el Xólotl, donde se plasma a Nezahualcóyotl jugando. A lo anterior se suman ilustraciones que acompañan la obra de cronistas y ciertas esculturas monolíticas, como la de San Miguel Ixtapan, Estado de México, o bien las labradas en los tableros de El Tajín, junto con vasos de cerámica decorados y esculturas, como las de Colima, que escenifican el juego y los jugadores.
Fray Bernardino de Sahagún narra: “...el juego de pelota se llamaba tlaxtli o tlachtli que eran dos paredes, que había entre la una y la otra veinte o treinta pies, y serían de largo hasta cuarenta o cincuenta pies; estaban muy encaladas las paredes y el suelo, y tendrían de alto como estado y medio, y en medio del juego estaba una raya que hacía al propósito del juego; y en el medio de las paredes, en la mitad del trecho del juego, estaban dos piedras como muelas de molino agujereadas por medio, frontera la una de la otra y tenían sendos agujeros tan anchos que podía caber la pelota por cada uno de ellos”.
Se puede hablar hasta de 18 variantes en las canchas de juego, desde diferentes plantas y dos edificaciones paralelas hasta el hecho de ser abiertas o cerradas, pasando por tener o no cabezales.
En el caso de Los Melones, el primer anillo —de menor tamaño que el otro— presenta espiga y perforación circular. Está labrado en ambas caras y en la parte superior muestra la cabeza de un personaje que parece portar un casco. Es probable que este anillo provenga de Huexotla.
El segundo anillo está labrado en ambas caras. Representa a un personaje ataviado como jugador que se arrodilla en torno al agujero central. Fue hallado cerca del río en el barrio de la Trinidad, Texcoco.