Después de casi tres décadas de estudiar y realizar un minucioso análisis de los restos materiales en Boca de Potrerillos, hemos podido reconocer las variables y características culturales de la región y determinar de manera fehaciente que estos territorios fueron ocupados por sociedades indígenas que basaron su economía y organización social en la caza, pesca y recolección. Dicho patrón de subsistencia se mantuvo desde su llegada, hace unos 12,000 años, hasta principios del siglo XIX.
Los fechamientos de radiocarbono sitúan la época de mayor ocupación hace aproximadamente 5,000 años, en tanto que el abandono del sitio tuvo lugar a mediados del siglo XVIII. Esta cronología, junto con el amplio corpus de datos paleoambientales, inhumaciones y clasificaciones de materiales, así como el registro de más de 17,000 imágenes, nos dieron la pauta para plantear que sitios intraserranos como Boca de Potrerillos fueron estratégicos para la residencia estacional de grupos humanos. Éstos aprovecharon un entorno natural abundante en recursos bióticos y materias primas durante un prolongado lapso de tiempo, lo cual queda de manifiesto en infinidad de restos materiales, entre fogones, instrumentos y herramientas; piezas de arte mobiliar (piezas que se pueden mover), ornamentos de producción local y procedentes de zonas distantes, laderas de cerros con diversos petrograbados, covachas con pinturas rupestres y sitios de enterramiento. Todo ello denota un estructurado ordenamiento de los espacios domésticos y rituales que, en conjunto, formaban parte del complejo paisaje prehistórico del actual territorio norte del estado de Nuevo León.
En suma, los trabajos de investigación han posibilitado: a) la determinación del patrón de asentamiento y cronología de las ocupaciones indígenas; b) la reconstrucción del entorno natural predominante en épocas anteriores; c) la ubicación, tipología, inventario y registro de los materiales arqueológicos en el Sistema Único de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos (SURPMZAH); d) el análisis de la distribución y características de los artefactos al interior del sitio y a escala regional; e) el conocimiento del tipo de herramientas y su posible aplicación para la explotación de los recursos bióticos disponibles en el pasado; f) la distribución y clasificación de las rocas e imágenes grabadas en el arte rupestre, las cuales se localizan en buena medida sobre laderas de cerros orientadas hacia la salida del sol y, en especial, en sitios donde la geografía natural forma entradas o “bocas” de acceso a cañones o pequeños valles por donde cruzan ríos y arroyos.
Por la cantidad de datos e información, así como por su relevancia cultural, Boca de Potrerillos puede considerarse uno de los sitios más adecuados para el estudio de las etapas prehistóricas y el arte rupestre en petrograbados de nuestro país.