Volver la mirada a la figura de Palafox es un compromiso permanente para la ciudad de Puebla, porque fue la población más amada por el obispo, su querida sede episcopal. La presencia del prelado es palpable en muchos de los edificios angelopolitanos. El Museo Regional de Puebla (MUREP/INAH) no puede obviar una de las figuras más importantes en la historia de México.
En el rico acervo del MUREP están presentes todos los momentos de la historia de Puebla, desde la llegada de los primeros hombres al actual territorio mexicano, hasta las expresiones contemporáneas de los diversos grupos sociales que constituyen las regiones poblanas. En la Sala de Historia, se exhiben múltiples testimonios que aluden a personajes importantes de la historia regional. Alcaldes, obispos, militares, comerciantes, además de objetos que refieren la vida diaria entre los artesanos o los campesinos. Una de estas piezas es el Retrato del Obispo Palafox como Visitador de la Universidad de México, pintura al óleo realizada por el diestro pincel de Joseph de Ibarra, artista novohispano que pintó esta obra en 1739.
Juan de Palafox y Mendoza, nació en Fitero (en el extremo sur de Navarra, España) y ocupó importantes cargos en la estructura de gobierno de la monarquía española. Miembro en diversos consejos del rey Felipe IV, capellán de algunos integrantes de la familia real, virrey y visitador general de la Nueva España y, sobre todo, obispo de Puebla. La obra material resultado de su actividad es ahora objeto de admiración, y aunque no tiene todo el crédito, ya que sus antecesores y sucesores también participaron en esos testimonios, sí destaca enormemente por el papel más importante, ser el definitivo impulsor de la Catedral poblana, la Biblioteca Palafoxiana, el Seminario Conciliar, las iglesias parroquiales de numerosos pueblos en los actuales estados de Puebla y Tlaxcala, el santuario de San Miguel del Milagro y el colocar el nombre de la ciudad de Puebla en la historia de Occidente. Es uno de los protagonistas de la historia de quien se han escrito numerosos libros y también quizá el personaje más representado del orbe indiano, sobre todo a través de la pintura y del grabado.
Sin menoscabo de su obra, fue uno de los sujetos más polémicos de su época, cuya acción reformadora le granjeó innumerables enemigos dentro de la Iglesia, la administración virreinal y de la misma Corte madrileña. Fue un prolífico escritor y se conservan sus textos referentes a las más diversas materias y asuntos, desde las económicas hasta las espirituales.
Existen varios retratos de él, además de numerosas pinturas donde se encuentra -según uso de la época- como participante en escenas de carácter religioso en las cuales nunca estuvo presente, por ejemplo la Adoración de los Pastores (ubicada en la Catedral de Puebla). El retrato oficial de este prelado como obispo de la diócesis de Tlaxcala-Puebla es el que está en el Salón de Cabildo de la Catedral angelopolitana y que realizó Diego de Borgraf, y sin duda el rostro ahí plasmado fue base para las posteriores representaciones, además de los grabados que se produjeron en España. El cuadro que posee el MUREP fue hecho casi un siglo después de su llegada a la Nueva España, y está dedicado especialmente a su labor como visitador y reformador de la Real y Pontificia Universidad de México, tarea que efectuó en los años 1644 y 1645 con el objetivo de desterrar los abusos en la concesión de dispensas para la obtención de títulos universitarios, y dotar la institución de reglas claras para su funcionamiento administrativo y académico.
El obispo es el único personaje del lienzo. Está al centro ataviado con su vestidura episcopal, al fondo aparece el escudo del marquesado de Ariza, al cual perteneció por vía paterna. Junto al obispo hay una mesa donde está la imagen del Santo Niño de Praga, una de sus principales devociones. La mano derecha sobre la cruz pectoral y la izquierda sobre el libro de los Estatutos de la Real Universidad, es decir, las Constituciones con las cuales intentó reglamentar dicha institución. Resultado de su visita (auditoría se diría hoy) a la Universidad y escritas por él, se hace constar esta actividad en la cartela que ocupa gran parte del ángulo inferior derecho del óleo. Tiene un rostro casi inexpresivo y, al mismo tiempo, centro absoluto de cuanto elemento existe en la pintura. Esta representación refuerza su papel como funcionario del rey, por ello no exalta más atributos episcopales (como la capa magna en el retrato de Borgraf), y sí pone énfasis en su comunicación con el rey Felipe IV para los asuntos de la Universidad de México, por ello la carta y sobrecarta que está junto al libro de los Estatutos. Este lienzo pudo haber sido hecho para la propia Universidad mexicana, pero también es factible que formara parte del Seminario Conciliar (hoy Seminario Palafoxiano), pues la erección de este centro de estudios para la formación sacerdotal, siguiendo el modelo tridentino, también fue obra del obispo, y de igual manera le dio unos estatutos para su funcionamiento. Los grados académicos de los alumnos del seminario de Puebla se obtenían en la Real y Pontificia Universidad de México.
El retrato está firmado por Joseph de Ibarra, uno de los pintores novohispanos más destacados en la primera mitad del siglo XVIII, que murió en 1756. Realizó varios retratos célebres, entre ellos el del arzobispo de México, Juan Antonio de Vizarrón (hoy en el Museo Nacional de Historia/INAH). Para la Catedral poblana, este artista pintó las obras colocadas en la parte exterior de los muros del coro, entre otros encargos. Debido al interés de la jerarquía eclesiástica de Puebla, de muchos devotos y, en su momento, de la propia Corona española, se multiplicaron los retratos de Palafox a lo largo del siglo XVIII. Con otros elementos, temáticas y técnicas pictóricas, se conservan los realizados en esa centuria por Juan Patricio Morlete, Miguel Jerónimo Zendejas y Miguel Cabrera, por mencionar entre los más sobresalientes. La representación de Palafox en el arte es uno de los temas más investigados por historiadores de México y España.
Por la importancia del personaje, del tema y del autor, esta es una de las obras más significativas que posee el MUREP, que muestra la riqueza de su colección y lo representativo de la misma para la historia poblana, y su diálogo con las demás culturas y expresiones de México y del mundo.