Paisaje sagrado
Las diferentes sociedades de cazadores recolectores incorporaron el paisaje a su cosmovisión, transformándolo conceptualmente en paisaje sagrado. Los habitantes del semidesierto asociaron parajes específicos con eventos de origen mítico, otorgándoles un poder especial; en las montañas y cerros vivían los ancestros fundadores, los muertos o las deidades de la lluvia que estaban relacionadas con la fertilidad, la fecundidad, la salud y el ciclo interminable de la creación y la muerte. De acuerdo al contenido mítico que asignaban a los diferentes paisajes, se realizaban rituales en los que la práctica del arte rupestre ocupaba un lugar central: ritos de fertilidad, de paso, de iniciación, de caza y guerra entre otras muchas posibilidades tenían lugar en la amplia geografía sagrada de los cazadores recolectores nómadas y seminómadas. Al final, el paisaje quedó marcado ritualmente por medio del arte rupestre.