La esposa del emperador Trajano se preocupó por la virtud y por los intereses del pueblo, lo que la hizo merecedora del título de augusta, “venerable”. Al no tener hijos, persuadió a su marido para que adoptara a Adriano y lo nombrara su sucesor. Tras su muerte, el nuevo emperador la honró con el apelativo de diva Plotina, “divina Plotina”.