Obra en la que se representa el interior de una cocina típica del siglo XIX en México, donde frente al fogón encendido se encuentran una cocinera con un pollo desplumado en la mano y un aguador con su vestimenta tradicional, que destaca por el mandil de cuero. Este lleva una olla con agua en su espalda y otra colgada al frente para despachar el líquido. Este tipo de escenas fueron situadas tanto en interiores de casas como en exteriores, pero siempre proporcionando alguna referencia real del lugar en que se encuentran los personajes.