Piece
Patrocinio de Cristo Victorioso a la Orden dominicana
Anónimo
Siglo XVIII
Óleo sobre tela
La luminosidad y el trazo delicado que vemos en este lienzo, sin duda uno de los mejores cuadros de la colección, son característicos de la pintura novohispana del siglo XVIII, que acusa una notable influencia del maestro español Esteban B. Murillo. En el ámbito local, el pincer anónimo de este óleo presenta además cierta correlación con la pintura de José de Ibarra (1685-1756).
Cristo, resucitado y triunfante, blande el estandarte de la Resurrección y arropa a cinco santos dominicos que tienen el privilegio de corresponder a cada una de sus heridas, lo que los hace partícipes de su inmortalidad. Reconocemos a santo Domingo, al centro, por la estrella en la frente, quien no en vano besa la huella de la lanzada de Longinos. Lo acompañan los doctores angélicos: santo Tomás, al costado izquierdo (identificado por el medallón solar en el pecho) y san Vicente Ferrer en el extremo opuesto. Es difícil reconocer a las santas representadas a sus pies, pues carecen de atributos personales.
Fuente: Marín Gutiérrez, Alfredo, Mariano Monterrosa y Elisa Vargaslugo, 80 años, 80 obras. Museo de El Carmen, México, INAH, p. 127.
Cristo, resucitado y triunfante, blande el estandarte de la Resurrección y arropa a cinco santos dominicos que tienen el privilegio de corresponder a cada una de sus heridas, lo que los hace partícipes de su inmortalidad. Reconocemos a santo Domingo, al centro, por la estrella en la frente, quien no en vano besa la huella de la lanzada de Longinos. Lo acompañan los doctores angélicos: santo Tomás, al costado izquierdo (identificado por el medallón solar en el pecho) y san Vicente Ferrer en el extremo opuesto. Es difícil reconocer a las santas representadas a sus pies, pues carecen de atributos personales.
Fuente: Marín Gutiérrez, Alfredo, Mariano Monterrosa y Elisa Vargaslugo, 80 años, 80 obras. Museo de El Carmen, México, INAH, p. 127.