Su nombre deriva del náhuatl malácatl y significa dar vueltas, girar en sí mismo, y tal es precisamente la función de este instrumento en forma de disco con una perforación central donde se colocaba un palo para torcer el hilo de algodón. La mayoría de ellos son de cerámica y también hay de madera, hueso y otros materiales. Se les adornaba con diseños como grecas, flores de cuatro pétalos, círculos concéntricos, elementos animales y humanos. Ya que el tejido era una actividad femenina, esos diseños se asociaban con la fertilidad.