Las flores (nikté, en maya), fueron un elemento fundamental en las representaciones del mundo entre los antiguos mayas. Tanto en cerámica, como en figurillas y monumentos esculpidos, aparecen con frecuencia asociados a seres sobrenaturales, a gobernantes o como elementos decorativos. Las flores fueron metáforas de un mundo paradisiaco, de la abundancia, de la belleza y de las fragancias exquisitas. En un sentido más amplio, las flores también se asociaban al aliento vital y al viento, y algunos expertos creen que una flor de cuatro pétalos simbolizaba una boca humana de la que emerge la respiración.