La ciudad en que vivió y murió Juárez se transformaba rápidamente. Los viejos edificios, legados del pasado novohispano, se convertían en escuelas, bibliotecas u oficinas públicas, mientras que otros eran derruidos para prolongar calles y avenidas.
El 18 de julio de 1872 en la ciudad de México, murió Benito Pablo Juárez García, Presidente de la República. El país que él y la extraordinaria generación del 57 había logrado forjar y salvar de la Intervención francesa comenzaba a recuperarse después de varias décadas de inestabilidad y agitación política.
La presente exposición presenta algunas postales de lo que fue la ciudad de México en esos tiempos cuando los paseos y jardines que durante el Imperio de Maximiliano habían sido acondicionados para que sirvieran de espacios de sana entretención, pronto fueron dotados con monumentos y estatuas que recordaban la grandeza del pasado, y reafirmaban los valores republicanos que legaba Benito Juárez a sus conciudadanos, como la más valiosa heredad.