Sala / Tema
El juego de los intercambios
Las pulperías o tiendas de abarrotes —unas 107 en la Ciudad de México hacia 1804— vendían vinos de Castilla, La Rioja y Málaga; vinagre castellano, aceitunas de Sevilla, canela de Ceilán, cacao de Caracas, clavo de Filipinas, así como botones, velas, paños finos, terciopelos y sedas europeas y asiáticas.
Del Extremo Oriente procedían los muebles y cajas de laca, porcelanas y marfiles; gran demanda tuvieron las chaquiras y lentejuelas, abanicos de seda con varillas de plata, oro, marfil, carey o madera, los mantones de Manila y los paliacates de algodón.
Nueva España exportaba tanto a Asia como a Europa y a otros dominios americanos plata en barras, en moneda y en piezas de orfebrería; grana cochinilla, añil y palo de Campeche para el teñido de telas; carey y perlas de la Baja California; objetos de hierro forjado, cerámica de Puebla, Guanajuato y Nueva Galicia; textiles de algodón y lana, chocolate, vainilla y recipientes de vidrio.
De África procedía la mayor parte de los esclavos traídos a Nueva España durante tres siglos: unos 250 mil en total. En aquellos años los esclavos eran considerados y tratados como mercancías.
Muestra de piezas exhibidas en esta sala