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El visitador del Rey
A lo largo de tres siglos se moldearon las bases de un nuevo pueblo: el del México actual. A la mezcla de diversas etnias, tradiciones culturales, lenguas y grados de civilización, se sumó la difusión del idioma castellano y la religión católica. Durante ese periodo también se perfiló el territorio mexicano, se originó la mayor parte de las instituciones políticas, las estructuras económicas y las tradiciones y costumbres, así como el arte y la literatura de lo que hoy es México como nación. Los elementos indígenas, europeos, asiáticos y africanos se mezclaron para dar vida a un nuevo pueblo multicultural y multiétnico.
De acuerdo con la real cédula del 22 de octubre de 1523, Nueva España nunca fue considerada una colonia, sino un reino federado a la Corona de Castilla, como también lo eran Nápoles y Sicilia respecto de la Corona de Aragón. El rey sometía a los virreyes a juicios de residencia, e incluso enviaba visitadores que fiscalizaran la justicia del ejercicio del poder en Nueva España y los demás reinos de América.
Al iniciarse el siglo XVIII, con la llegada al trono español de los Borbones, de origen francés, Nueva España resintió un trato político distinto: ahora se le veía como colonia, mera factoría y mercado para la metrópoli, y los visitadores velaban sobre todo por la integridad de las rentas reales. Entonces los novohispanos le recordaron al monarca su naturaleza de reino, sus fueros y privilegios. Basándose en estos derechos, hacia el final del periodo virreinal (1808) se negaron a reconocer las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII, y el advenimiento al trono de José Bonaparte, hermano de Napoleón I.