El maguey a través de su néctar: el pulque constituyó durante varios siglos, principalmente en el XIX, la materia prima que brindó una bonanza sin igual a la región del Altiplano Central del país; como testimonio mudo de esa riqueza sobreviven los restos de alrededor de 300 ex – haciendas distribuidas en los estados de México, Hidalgo y Tlaxcala.

Para la fotógrafa contemporánea María Ignacia Ortiz, se trata de un patrimonio poco estudiado y difundido, tal vez porque para muchos es recuerdo de la dictadura porfirista y la opresión del pueblo. Sin embargo, en sus límites subyace el eco de sus trabajadores, aspecto que ella intentó evocar mediante la toma de imágenes a esa arquitectura “perdida en el tiempo”.
Las haciendas pulqueras forman parte indisoluble del paisaje hidalguense. Aunque muchas ya no funcionen como tal o sean propiedad privada, los recuerdos de la vida social que prosperó en ellas subsiste en la memoria de sus pobladores. Así, María Ignacia Ortiz también lleva esta “memoria no vivida” en el inconsciente. Casagrande. Haciendas pulqueras del Altiplano Hidalguense, exposición de 23 fotografías que intenta llamar la atención sobre la infraestructura que hoy integra una ruta cultural de gran atractivo y que aún falta conocer a profundidad.