Sala / Tema
Sala de malaquitas
El ser humano tiende a buscar lo bello, lo armonioso, lo que da placer a la vista por la calidad del objeto. En nuestra historia tenemos innumerables ejemplos de objetos decorativos, de joyas, abanicos, relojes, cajas de rapé, cerilleras, relicarios y rosarios que son verdaderas obras de arte.
Los orfebres y artistas realizaron trabajos que adornaron los hogares y las personas de ayer. Antiguas técnicas, como la romana del camafeo, continuaron vigentes en los siguientes siglos; metales como el oro y la plata se complementaron con diamantes, perlas, esmeraldas, rubíes, amatistas, topacios y esmaltes de colores.
En Nueva España los brillantes se engarzaron por lo general en plata; las damas usaron joyas de pecho, relojes guarnecidos de piedras preciosas, pulseras y collares de perlas de raro oriente, de coral y de azabache.
Los abanicos procedían de China, Japón, la India, de España y de otros países europeos. Nuestros artesanos adaptaron las técnicas utilizadas en el exterior y crearon joyas y objetos decorativos de primer orden.
Durante los siglos XVIII y XIX se produjeron obras de artes menores cada vez más influidas por Francia, árbitro de la elegancia mundial en ese periodo. El romanticismo decimonónico se refleja en joyas inspiradas en la naturaleza, con profusión de flores, hojas y escenas de paisaje.
Muestra de piezas exhibidas en esta sala