La ciudad de Puebla, por encontrarse dentro de la ruta de comercio que va de la Ciudad de México a Veracruz, se vio en la necesidad de diseñar un buen sistema defensivo con fortificaciones, trincheras y fosos con el fin de defender la entrada a la capital y las mercancías que circulaban por esta vía. Por ello se tomó la decisión de acondicionar las capillas de Loreto y Guadalupe como fuertes. A partir de 1833 el fuerte de Loreto empezó a ser objeto de una actividad militar más intensa; por dos años seguidos Antonio López de Santa Anna sitió a la ciudad, por lo que la milicia cívida la defendió desde el fuerte. Más adelante, en 1847, las fuerzas invasoras norteamericanas ocuparon la fortaleza, estableciendo ahí un destacamento militar hasta junio de 1848, cuando se retiraron.
En esta sala se muestra una cronología de los diferentes eventos que ocurrieron durante el periodo que va de la Independencia a la Restauración de la República; asimismo expone diversos objetos como medallas y armas.