Al momento de su ejecución, las fotografías que aquí presentamos registraban los restos de una arquitectura histórica y la construcción de una moderna, en lo que orgullosamente se consideraba "el corazón" de la capital mexicana. La vocación por documentar las apariencias de estos cambios se realizó bajo dos ópticas: la de Manuel Ramos y Luis Limón quienes como "inspectores de monumentos" trabajaron para la Dirección de Monumentos Históricos y la de empresas como La Rochester, la CIF y la MRM que adquirían placas de diversos fotógrafos, cuyas identidades quedaron sepultadas en el nombre corporativo.
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