Piece
San Cristóbal
Anónimo
Siglo XVIII
Óleo sobre tela


Height: 165 cm
Width: 100.8 cm
-Permanent exhibition

San Cristóbal
INAH-Museo Nacional del Virreinato

San Cristóbal, cuyo nombre significa portador de Cristo, pertenecía a la tribu de Canaán y destacaba por su increíble altura. Se cuenta que, estando en la corte del rey de Canaán, decidió buscar al más grande príncipe de este mundo para entrar a su servicio, así fue como se puso al servicio de un gran rey. En cierta ocasión, un juglar que cantaba delante del soberano, mencionó repetidas veces al demonio, a lo cual el rey reaccionaba haciendo la señal de la cruz. Cristóbal preguntó entonces la razón por la cual se asustaba el gran señor, y éste le respondió que por temor al diablo. Al comprender Cristóbal que este último era más poderoso que el rey, salió en busca del diablo. Lo encontró y viajaron juntos hasta un cruce de caminos donde se erguía una cruz. El demonio, al verla, echó a correr lleno de miedo, así que Cristóbal comprendió una vez más que a quien servía no era el más grande de los monarcas, por lo que lo abandonó y decidió ir en busca de Cristo. En este empeño se encontró con un ermitaño que lo instruyó en el cristianismo. (1)

La escena representada en este lienzo está inspirada en el pasaje de la vida del santo, que narra "En cierta ocasión, estando descansando en su cabaña, oyó que desde afuera le llamaban. La voz que llegaba hasta él parecía la de un niño: ¡Cristóbal, sal y ayúdame a pasar el río!, decía la voz aquella. Rápidamente salió de su choza, miró a su alrededor, y como no viera a nadie... - repitiéndose este llamado por tres veces- desde fuera llamado por tercera vez el sonido de la extraña voz que demandaba su ayuda, tornó a salir... vio a la vera del río al que ahora y anteriormente demandaba su ayuda para cruzar la corriente: se trataba de un chiquillo. Cristóbal se acercó a él, lo alzó del suelo, lo colocó cómodamente sobre sus hombros, tomó en sus manos la vara que le servía de bastón y se introdujo en el agua". (2)

En este lienzo, la vara que menciona la leyenda es un tronco nudoso grande que lleva el santo en la mano izquierda; sobre su hombro derecho, el Niño sostiene la esfera que simboliza al mundo.

(1) Alban Butler, Vidas de los santos, t. III, pp. 186-187.

(2) Santiago de la Voragine, La senda dorada, v. I, p. 407.

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