Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec
Permanente
INAH-Permanente
1936
Pieza
Del Porfirismo a la Revolución
Siqueiros, David Alfaro
1957
México
Pintura mural moderna
Acrílico, Madera, Piroxilina, Tela

Acrílico y piroxilina sobre madera forrada de tela


Alto: 446 cm
Ancho: 7689 cm

Del Porfirismo a la Revolución
INAH-Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec
Elaborado en acrílico y piroxilina sobre madera forrada de tela por David Alfaro Siqueiros entre los años 1957 y 1966 a petición del Lic. Antonio Arriaga Ochoa, director del Museo Nacional de Historia en ese periodo. Al pintor se le sugirió que tratara en su obra la Revolución Mexicana y el Porfirismo, con la libertad de elaborar el proyecto teórico de acuerdo a su voluntad creadora. La investigación histórica e iconográfica fue asesorada por Nicolás T. Bernal (amigo de Ricardo Flores Magón) y el profesor Manuel Arellano, subdirector del Centro de Investigaciones Históricas, que en esa época pertenecía al MNH. El trabajo se inició en una pequeña sala separada por un muro de otro salón; posteriormente se integraron las dos. Cuando el maestro estuvo preso por sus posturas ideológicas y políticas la ejecución del mural se suspendió, pero fue reiniciada cuando se le otorgó la libertad condicional en 1966; la inauguración se realizó el 19 de noviembre de ese mismo año. El periodo histórico de esta obra abarca de 1906 a 1914. En el costado derecho de la primera parte podemos observar al general Porfirio Díaz rodeado de su gabinete que con actitud de desprecio y despreocupación pisa la Constitución de 1857. De esta manera se simboliza la instauración de un poder de más de 30 años violando las leyes mexicanas hasta que el pueblo se levanta por su libertad y obliga al dictador a salir del país y renunciar a la presidencia. Esta sección ilustra también la decadencia del Porfirismo: las bailarinas de can-can entretienen a los burgueses y aristócratas mientras el pueblo vive sumido en la esclavitud y la ignorancia. En la parte media de esta sección se representa la huelga de Cananea, la cual marca los inicios de la lucha revolucionaria. Los sombreros de copa del gabinete porfirista se van perdiendo entre los sombreros de los "rurales", organismo de represión política que acuden en auxilio del capitalista William C. Greene, dueño de la fábrica de Cananea. Entre los rurales aparecen el gobernador del estado de Sonora en esa época, Rafael Izabal, quien es el primero en orquestar la represión contra los obreros; Luis E. Torres que también ocupó el cargo y fue una de las personas más reaccionarias del norte del país, y Filiberto Barroso, presidente municipal de Cananea. Todos ellos se ocultan detrás de los rurales temerosos de la fuerza del pueblo enardecido. Entre los rurales se hallan también algunos "rangers", policías norteamericanos que fueron llamados para sofocar la rebelión, que impunemente entraron al territorio nacional en defensa de los explotadores. Las dos figuras principales que resaltan esta sección simbolizan la lucha entre dos clases, la de los obreros y la de los capitalistas personificados por el líder Fernando Palomares y William C. Greene, quienes luchan por la posesión de la bandera mexicana, es decir, por el control económico y político del país. Atrás de ellos el pueblo apoya a su líder y da la sensación de estar a punto de entrar en la lucha. Tres famosos revolucionarios cargan a un obrero muerto, víctima de la represión, misma que no solo intimida a los oprimidos y explotados sino que los incita a seguir en la lucha. Junto a ellos, coronados por la bandera rojo y negro (símbolo de la huelga) se ven algunos de los precursores políticos e ideológicos de la Revolución. Los líderes del Partido Liberal Mexicano se entremezclan con los fundadores teóricos del socialismo y el anarquismo y con una serie de luchadores sociales reconocidos. El mural continúa con algunos de los principales elementos de la lucha armada; las caras de estos líderes se van perdiendo entre la multitud de sombreros, indicando así que el pueblo mexicano, campesinos y obreros, se funden en la lucha por su liberación. La parte izquierda de la segunda sección es una de las más interesantes en el sentido técnico. El caballo adquiere una fuerza y un movimiento difícilmente logrado en la pintura. La hilera de muertos encabezada por Luis Arenal, suegro de Siqueiros, es una evocación del millón de hombres que dieron la vida contribuyendo a derrocar la dictadura porfirista y la usurpación de Victoriano Huerta. Frente a esta hilera, del otro lado del muro, vemos una figura muerta (petrificada) en medio de piedras y rocas; es Porfirio Díaz. Como cierre del mural, Siqueiros reprodujo frases alusivas a la Revolución, pronunciadas por Francisco I. Madero y Ricardo Flores Magón.

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