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Tránsito de la Virgen María
Torres, Antonio de
1719
Según la doctrina cristiana, la Virgen María no murió, sino que su alma y su cuerpo transitaron de la tierra al cielo. En el Evangelio Apócrifo del pseudo José de Arimatea, se relata lo siguiente: “Llamó a los discípulos del Señor, y cuando éstos se hubieren reunido anunció a todos los presentes su tránsito eminente. Llegó la bienaventurada María, se aseó y engalanó como una reina y quedó en espera de la llegada de su Hijo […] Bajó Cristo acompañado de multitud de ángeles, de la misma manera que había descendido el Espíritu Santo sobre los apóstoles, y recibió el alma de su madre querida”. Los apóstoles rodean el cuerpo de María tal como lo describe el evangelio apócrifo.