En los sitios aledaños a la costa del Golfo de México es común encontrar figurillas de “oradoras”, jóvenes de senos pequeños con el cabello suelto con raya al centro decorado ocasionalmente con moños, flores o diademas. Se les muestra de pie, con ambos brazos o solo uno alzados a partir del codo y las palmas de las manos hacia el frente. Posiblemente estas eran la imagen de una deidad relacionada con la fertilidad y la fecundidad, necesarias en los rituales domésticos de las mujeres, y su abundancia sugiere un culto que daba lugar a su renovación constante, ya sea porque se fracturaban o debían sustituirse cada determinado tiempo, quizá en alguna ceremonia.