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Su lectura implica numerosos íconos producto de la religión prehispánica, representada inicialmente con la germinación del maíz, simulando el nacimiento de un nuevo ser humano, mientras la semilla, representada por un feto, es sostenida por una mano gigantesca cuyas raíces se alargan hasta la tierra sembrada de maíz; en su parte superior, entre los rostros de dioses, se reproduce la Tira de la Peregrinación. En el siguiente panel se observa el ofrecimiento de Cuauhtémoc a Huitzilopochtli, rodeado por individuos haciendo alusión de los atributos del héroe, entre templos prehispánicos en donde se realizan ceremonias en el momento del paso de un cometa que presagiaba la caída del imperio mexica; enseguida se observa el encuentro entre Moctezuma II y Hernán Cortés, cuyo fondo es la grandeza de Tenochtitlan y la lucha entre indígenas –con su atuendo de guerrero águila– y el conquistador –con armadura y a caballo resaltando su superioridad-, culminando la guerra con la rendición de Cuauhtémoc y la caída de Tenochtitlan, representada por un puñal ensangrentado, la construcción de los templos católicos y la labor evangelizadora a la que fueron obligados los indígenas en las ciudades novohispanas, entre las ruinas de las prehispánicas. Finalmente vemos representado el entierro del emperador Cuauhtémoc, y por encima la figura vital de éste señalando con una mano la trayectoria de un país nuevo, y con la otra eliminando los malos elementos de la nueva nación.