Durante la dictadura porfiriana, fue común que los rebeldes y opositores fueran deportados. Los indios yaquis de Sonora, por ejemplo, fueron vendidos como esclavos para trabajar en las plantaciones henequeneras de Yucatán, después de la llamada "Guerra del Yaqui". Políticos y periodistas opositores también eran reclutados para engrosar las filas de los trabajadores que cultivaban las tierras en Valle Nacional, en Oaxaca. La cárcel de Belén, en la ciudad de México, sirvió para dar escarmiento a abogados que representaban a los pueblos contra las haciendas o a periodistas que atacaban a los políticos. Dicha prisión fue conocida por Filomeno Mata, Ricardo y Enrique Flores Magón, Manuel Sarabia Díaz de León, Alfonso Cravioto y muchos otros que actuaron como redactores o colaboradores del Diario del Hogar y de Regeneración, dos periódicos de oposición a la dictadura.

Finalmente, para casos extremos, existían las tinajas del viejo Fuerte de San Juan de Ulúa, en Veracruz. En ellas fueron encerrados bandidos sociales como Chucho el Roto, así como luchadores de la talla de Juan Sarabia, quien, junto con los hermanos Flores Magón, fuera ideólogo y miembro activo del Partido Liberal Mexicano.