Una de las características del trabajo escultórico en madera es que, a diferencia de los maestros pintores que firmaban sus obras, en las esculturas no se aprecian las firmas de sus autores. Una de las razones por las que pudo suceder esto es debido a que en una escultura tallada en madera, policromada y estofada, intervenían dos talleres: el del escultor que hacía la imagen y la dejaba “en blanco”, y el del pintor-dorador, quien realizaba toda la labor de la policromía del rostro y manos, así como del estofado que imitaba las ricas telas de los ropajes, por lo tanto en todas estas imágenes debieron trabajar los dos talleres gremiales.
Se conocen muchos nombres de escultores por los contratos que han encontrado los investigadores en los diversos archivos del país, tal es el caso del retablo mayor de la iglesia del colegio-noviciado de la Compañía de Jesús, en el que participaron los talleres del pintor Miguel Cabrera y del escultor Higinio de Chávez.